martes, 15 de junio de 2010

Comentario Crítico Hacia una arquitectura

Este libro está formado por varios artículos que Edouard Jeanneret publicó a principios de los años 20. Este arquitecto y artista suizo se hacía llamar Le Corbusier.
El libro se escribió y publicó en época de posguerra, en un contexto histórico de catástrofe (pobreza y desgracia). En las épocas posteriores a grandes hecatombes y tragedias hay un periodo de cambio, de reequilibrio, de asentamiento: de vuelta a empezar. Entiendo la radicalidad de Le Corbusier: los cambios no se consiguen con pequeños avances y buenas palabras. La manera de mirar al futuro y dar un paso hacia delante es pegar una patada bien fuerte y ver lo bien que aguantan los cimientos de lo que se intenta derruir.
Siempre, hay dos maneras de ver este reinicio: de una manera tradicional o de una manera progresista. Son dos polos antagónicos irreconciliables. Le Corbusier está del lado progresista y ataca con fiereza durante todo el libro los cimientos de la Escuela de Bellas Artes y la actitud clásica, tradicional y conformista de la mayoría de los arquitectos de la época lo que no quiere decir que no admire a los arquitectos clásicos a los que dedica unos capítulos como cuando habla del trabajo de Fideas con el Partenón y de Miguel Ángel con San Pedro. Me gusta la pasión con la que describe y descubre la simplicidad, fuerza y naturalidad del templo griego y la tristeza y amargura por el trabajo de Miguel Ángel envilecido por Papas poco permisivos. Me gusta lo que transmiten esos capítulos centrales en los que deja levemente de lado su monólogo filosófico para ejemplificar sus teorías.
En los primeros artículos declara su admiración por los ingenieros: esos grandes hombres que diseñan y construyen esos magníficos aparatos que facilitan y mejoran la vida del hombre. Habla de ellos como artistas de las matemáticas que crean belleza que no llega a conmover. Me gusta especialmente que alabe el trabajo de ingeniero como artista no conmovedor y que reclame para el arquitecto algo de esa humildad nada pretenciosa del ingeniero en hacer cosas que funcionen y que, cada vez, lo hagan mejor: que progresen.
Esta devoción por la máquina le permite presentar y defender el dinamismo del ingeniero frente al tradicionalismo del arquitecto, un arquitecto de los años 20 que se perdía en la nimiedad y el banalismo de lo recargado y decorativo olvidando la quintaesencia del espíritu de la arquitectura que proclama Le Corbusier.
La arquitectura va más allá y consiste en armonizar las formas sencillas y tocar el “eje” de las personas que reaccionan ante algo bello sin entender exactamente el por qué.
Le Corbusier parece considerar insuficiente el progreso y la evolución de la casa hasta hoy en día. Por ello pide que se aplique la misma actitud y voluntad en este campo que en la ingeniería para conseguir cambiar el concepto de la casa y la actitud frente a esta a todos los niveles.
Creo adivinar el impacto que pudo tener en la época unos manifiestos y declaraciones como las que en este libro se citan. Palabras que, parecen haber sido escritas por un contemporáneo nuestro. Su forma de escribir y expresarse sobre los problemas (que podríamos pensar de otra época) no deja de resultar, en cierto modo, actuales en este principio de siglo XXI. Solo la pasión reaccionaria con la que habla de la Academia de Bellas Artes y el continuo traquetear de sus comentarios de admiración hacia la máquina nos hacen recordar que, en realidad, son tratados datados del 1920.

Mapa conceptos Hacia una Arquitectura

sábado, 12 de junio de 2010

Cartel 7

Cartel 6

Cartel 5

Cartel 4

Cartel 3